Urgen nuevos esquemas de aprendizaje comprometidos con la realidad; algo tan necesario como evidente ante la crisis estructural que afecta a las disciplinas de la arquitectura y el urbanismo. En el ámbito docente celebramos la aparición de otros contextos de experimentación en los que n’UNDO incorpora su forma de hacer; siguiendo esa línea nos incorporamos a la iniciativa de Ciudad Escuela con nuestra filosofía fundada en la resta y la renuncia como ejercicio arquitectónico y urbanístico. Ciudad Escuela es una infraestructura de aprendizaje abierta que busca desplegar las condiciones que nos permitan experimentar y aprender nuevas formas de habitar la ciudad e intervenir en ella. Tomando inspiración del software libre el proyecto propone un ensayo de lo pedagogía urbana de código abierto, un esfuerzo por liberar las capacidades pedagógicas de nuestras ciudades. Organizada en itinerarios compuestos por módulos de aprendizaje, Ciudad Escuela utiliza la tecnología Open Badges creada por la Fundación Mozilla, una infraestructura digital para la certificación de aprendizajes.
n’UNDO se incorpora al proyecto con el badge Resta y renuncia, Maneras de (des)hacer ciudad y territorio, un aprendizaje sobre diferentes modos de operar en arquitectura; donde, como en otros muchos procesos, tanto creativos, tecnológicos o naturales, la mejora y la optimización se producen mediante la resta, la limpieza, la esencialidad, el silencio. El badge y módulo de aprendizaje que proponemos se enmarca en el itinerario: Urbanismo en Beta, una propuesta de aprendizaje para construir una mejor ciudad y territorio. Nuestra intención es promover los aprendizajes y generar el conocimiento que contribuya a la mejora de nuestro entorno desde el análisis y la crítica; queremos pretende nutrir y fortalecer la red que dibuja Ciudad Escuela como base flexible y abierta de desarrollo. El badge está abierto a cualquiera que desee utilizarlo e incorporarlo en sus proyectos y actividades, la definición del badge Resta y Renuncia y la información detallada de cómo conseguirlo puede consultarse en la página de Ciudad Escuela: Badge de Resta y Renuncia.
El presente texto es el borrador de una conferencia pronunciada en el II Congreso Internacional del Maestro Investigador en la Universidad Pontificia Bolivariana, marzo de 2015 (Medellín, Colombia). El artículo describe Ciudad Escuela como una infraestructura de aprendizaje que despliega las condiciones para experimentar y aprender nuevas formas de habitar la ciudad, me refiero a ello con la noción de pedagogías (urbanas) en beta, con la cual trato de señalar cómo esas formas de aprendizaje pugnan por liberar las capacidades pedagógicas de la ciudad.
Ciudad Escuela. Un ensayo de pedagogía (urbana) en beta (artículo en PDF).
Imagen Principal: Proyecto de El Pati Obert, Lleida (Basurama).
Creatividad urbana
¿Dónde es posible aprender a hacer ciudad?, ¿cuáles son las infraestructuras y conocimientos necesarios?, ¿qué significa, en última instancia, aprender ciudad? En este texto describo un proyecto de intervención urbano llamado Ciudad Escuela, una infraestructura de aprendizaje que despliega las condiciones para experimentar y aprender nuevas formas de habitar la ciudad e intervenir en ella; tomando inspiración del software libre el proyecto propone un ensayo de lo que designamos como pedagogía urbana de código abierto. Ciudad Escuela es, sin embargo, un producto de su tiempo y un efecto de las formas de intervención material en la ciudad que ciudadanos, vecinos y habitantes de la ciudad han desarrollado en Madrid en los últimos años. De un lado a otro del globo proyectos de intervención material en la ciudad traen a la existencia nuevas formas de relacionarnos con la urbe al tiempo que exploran nuevas expresiones para el derecho a la ciudad, modos de intervención material que dotan a la calle de nuevas capacidades y a sus pobladores de nuevas habilidades.
Imagen de la #AcampadaSol Puerta del Sol en mayo de 2011 (Julio Albarrán).
Hay algo antiguo en esa manera de relacionarse con la ciudad, porque ciertamente sus habitantes han intervenido siempre en su diseño, en tiempos de guerra y en tiempos de paz, mediante barricadas insurgentes o a través de huertos pacificados. Pero hay también algo nuevo pues muchos de estos proyectos no pretenden únicamente mejorar las dotaciones del barrio, modificar el equipamiento urbano o resolver los problemas de la casa con apaños. Sin quitarle importancia a esas intervenciones, estos proyectos tratan de reconfigurar las condiciones de nuestra vida en común, un ejercicio tentativo que busca reinventar nuevas formas políticas y componer un mundo distinto. Pero no lo hacen a través de la propuesta sosegada ni la protesta agitada sino mediante un ejercicio de composición material creativa de la ciudad. Si bien es posible pensar en ellos como reinvenciones de la política o reconfiguraciones del urbanismo, mi intención es destacar la condición pedagógica y los aprendizajes que tienen lugar en esas intervenciones urbanas. Para ello me refiero a dos proyectos que dan cuenta de esa manera de intervenir en la ciudad, iniciativas donde los ciudadanos están experimentando con la ciudad mientras aprenden a habitarla en nuevos términos. Las iniciativas que describo toman inspiración de la cultura libre y tratan de emplazar en la ciudad esa idea según la cual el conocimiento debería circular libremente. Mi intención última es introducir la noción de pedagogías (urbanas) en beta, un concepto con el cual describo los ejercicios tentativos y los aprendizajes experimentales que acompañan a esas maneras de hacer ciudad.
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Desde hace unos meses colaboro en el proyecto Ciudad Escuela, un espacio de aprendizaje con la ciudad como escenario pedagógico, un lugar donde organizar e intercambiar lo aprendido en diferentes experiencias auto-organizadas de acción urbana que se desarrollan en Madrid.
La construcción de estos procesos urbanos se fundamenta en un conocimiento colectivo y distribuido que se va transfiriendo entre personas, entre proyectos, y aplicando a diferentes lugares. En cualquier caso escapa a los sistemas tradicionales de reconocimiento y certificación de lo aprendido. Por esta razón en Ciudad Escuela hemos incorporado los badges digitales como sistema de reconocimiento y certificación.
Badges digitales
En apariencia un badge digital no es muy diferente de un badge tradicional, por ejemplo de esas insignias que se usan en los Scouts o de las condecoraciones militares: básicamente reconoce y certifica una destreza o un conocimiento aprendido.
Sin embargo, un badge digital contiene toda la información necesaria para identificarlo y autentificarlo, lo que lo convierte en una unidad independiente de reconocimiento completamente exportable. Ésta es quizás la diferencia principal entre los badges tradicionales y los badges digitales.
Cualquier sistema de badges tradicional adquiere todo su potencia y significado en su contexto; cuanto más lejos de éste, cultural o geográficamente, menos valor tienen los badges, y el reconocimiento que contienen se diluye hasta desaparecer. Así para alguien que nunca ha estado en los Scouts, es muy probable que la insignia Mowgli no tenga ningún significado.
En cambio, un badge digital contiene toda la información necesaria para identificarlo y contextualizarlo: incluye los datos que permiten situarlo, de manera que mantiene intacto su valor, y por tanto el reconocimiento que conlleva, fuera de su contexto.
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